Puñetas en Público

Masturbándose en público desde junio del 2004.

miércoles, septiembre 28, 2005

La mano robot

Cuando estaba en primero de primaria, recuerdo haber visto un programa de Ripley's Believe it or not en el que salía una persona que había perdido una mano. Lo que hacía especial a esta persona, es que tenía una mano robot. Una mano de plástico, que mas que ser una mano, era una pinza color gris.

El hombre de la mano robot contaba como este aparatejo le había facilitado mucho su vida. Despues tomaba una lata de Pepsi (el bote ochentoso, les estoy hablando mas o menos de 1986) y la aplastaba con su mano robot.

En ese momento quise, con todo lo que un niño de seis años puede querer, una mano robot para mi. Podría hacer cosas muy divertidas como aplastar latas de Pepsi, y si alguien me la hacía de pedo, mi mano robot los haría arrodillarse ante mi. Ahí comprendí que si quería ser alguien, tendría que conseguirme una mano robot, como ejemplo a seguir tendría a los Skywalker y a Cide Hamete Benengeli, la mano robot de Cervantes.

Ahorita voy llegando de cenar una hamburguesa, me tomé una Pepsi de bote. Me acordé de la mano robot que siempre quise y nunca tuve. Agarré el bote de refresco vacío, traté de aplastarlo con mi mano-no-robot y lo logré.

Pinche mano robot vale verga.

lunes, septiembre 26, 2005

Entretenme

Dale a alguien tu atención y una persona y ella va a hacer algo para divertirte. El secreto esta en hacerles saber que los estas observando, pero no con toda tu atención. Tienen que ver tu mirada puesta en ellos, pero solo vagando por ahí, sin clavar miradas porque eso intimida. Esa es su tercer llamada, su luz verde. Their fucking cue. They're in the spotlight.

Hay gente que empieza a gesticular de una manera muy exagerada, hay personas que empiezan a hablar en voz alta, a veces empiezan a cantar espontaneamente y también me ha tocado uno que otro bailecito. We're all performers, we just need an audience.

Lo mejor, es observar a parejas que se ven nerviosas o intranquilas. That's just a fucking carnival waiting to happen. Dales un poco de tu atención y eventualmente explotaran. Gritos, insultos, disculpas, cachetadas, comentarios debajo del cinturón, you name it. La mayoría de las veces, ni te tienes que esforzar por acercarte para escuchar o molestarte en poner atención, los gritos, sobre todo de parejas de teens, se encargaran de que te enteres que pasa.

Veo lo que podría ser una discusión en la salida del restaurant de Sanborns. Paso junto a ellos y les das un "buenos días" a lo que ella trata de poner una buena cara sin lograrlo, y responder con lo mismo, pero tampoco lo logra porque su voz ya esta quebrada.

Me quedo viendo lo que sea que este fuera del restaurante, a escasos dos metros de ellos, del otro lado de un estante. Al parecer ella durmió con otra persona hace unos meses. Al parecer él la perdonó, pero no deja de sacarlo en cada pleito que han tenido los ultimos dos meses (se pusieron a sacar cuentas de cuando había sido, porque había cumplido años alguien conocido). El tipo le pregunta que si a cuantos otros se tirado, porque si ya lo hizo una vez, de seguro lo seguirá haciendo. La tipa le voltea la cara de una cachetada y ahí dejo de ser el único espectador.

Ella salió con lágrimas en los ojos de la tienda, sin decirle una palabra al tipo. Yo compro un chocolate y me pongo a pensar en la gente que paga por ver reality shows. Pendejos.

viernes, septiembre 09, 2005

Esas cosas no pasan (parte II)

Mi familia estaba en Puebla, mi padre iba a estar ocupado todo el día y yo no quería quedarme en la ciudad. Era un día muy nublado, con una brisa que te invitaba a acompañarla cada vez que te tocaba la cara, te invitaba a moverte, a correr, a huir. Risueño que soy, junto con el día haciéndome cosquillas, no tuve mas opción que empacar y buscar la manera de salir de la ciudad.

Solo un billete de veinte pesos poblaba mi cartera, por lo que si quería salir tendría que pedir raite. Abrí mi mochila y dentro puse un sacacorchos, una botella de vino de treinta pesos, un libro, mi discman con unas pilas que máximo me durarían 3 horas y un disco de los explosions in the sky. Revisé un cajón de la cocina, donde encontré una moneda de cinco pesos: lo necesario para el camión.

Decidí ir al Norte porque parecía estar mas nublado hacia allá. Un multirutas me dejó en la salida de la ciudad y ahí empecé a caminar, levantando mi pulgar a pick-ups, trailers y carros que consideraba con posibilidades de que me dieran raite. Despues de media hora, se detuvo un trailer.

"¿Que rumbo shevás?" me pregunta el conductor rubio con un acento argentino.

"Voy al norte" le contesté "¿usted hasta donde sube?".

"Sho cruzo la frontera" me dice.

"Yo me bajo en Magdalena".

"Bien, subí, subí" me apresura "me shamo Ehsteban".

"Mucho gusto" le doy la mano y nos quedamos en silencio.

"Oye, te agradezco el raite, pero no te voy a chupar nada, ni hacer ningun favor de ese tipo"

El argentino se ríe de esto y empezamos a platicar sobre su trabajo y mi trabajo. Despues me pregunta si me gusta el vino, porque a el le encanta y quiere tomar uno antes de entrar a Estados Unidos. Traté de sacar mi botella de vino barato, pero me dijo que la guardara para el regreso, que él estaba guardando una botella desde que salió dea su tierra.

Era un Nicolas Catena. Fue ahí cuando me di cuenta de que las cortinas del trailer eran del típico pattern de Burberry. Los interiores eran de piel de gamuza. La música venía de un iPod. Carajo, estábamos escuchando New Order y no me había dado cuenta.

"Esto es demasiado no-chofer-de-trailer" le dije. "¿Que carajos transportas que te deja lana para estas cosas?" dije entre risas, pero luego me di cuenta del error al ya saber yo la respuesta.

Traté de disculparme por la pregunta, pero no me contestó, solo me pasó un joint.

"Antes de tomar vino, estos son lo mejor".

Ehsteban era marica. Tomaba mucho vino. Se iba a comprar una PowerBook en Chicago. Había manejado un trailer de Mar del Plata hasta Chiapas, ahí cambió de caja-remolque y la llevó hasta Guadalajara, ahí cambió de nuevo y la llevó hasta Hermosillo. Ahí cambió a otra caja y ahí me encontró. Me dijo que no me lo tomara personal, pero que también me levantó para verse menos sospechoso.

Yo no me enteré de nada de eso hasta despues del retén de Benjamin Gil, por lo que no me puse nervioso, aunque si me pareció raro cuando nos dejaron pasar sin inspección.

Cuando le pregunté como le hacía para cruzar al norte sin ser detectado, me dijo que yo no quería saber.

Le dije que no era nada parecido a lo que yo me imaginaba que era un chofer de un trailer. El solo me dijo que así me va a pasar con todos los estereotipos que tengo en mi cabeza. Me hizo que le prometiera que iba a hacer todo lo posible por destruir esos estereotipos.

No entró a Magdalena, por lo que me bajé en Imuris. Desde arriba, en su cabina, me gritó que esperara. Aventó por la ventana un libro de David Hume.

"Para tu camino", me dijo.

viernes, septiembre 02, 2005

Se supone que no les debería decir

Se supone que no les debería decir, pero pasó algo insólito, misterioso y digno de un episodio de Scooby-Doo. No encuentro manera de callarlo. Les relataré mi historia, apreciables lectores, solo porque estoy seguro que la mayoría de ustedes pensará que el contenido de verdad en este post es nulo.

Ayer primero de septiembre del 2005, tomé un vuelo de la ciudad de Tijuana a Hermosillo. Era un vuelo con escalas a la ciudad de México, la aeronave llegaría a Hermosillo, despues a Chihuahua, posteriormente a Monterrey y terminaría su travesía en la Ciudad de México. La parte del viaje en la que yo estuve en el avión, transcurrió tan rutinariamente como los vuelos llegan a ser: buscas tu asiento, instrucciones de seguridad, despegue, comida sin sabor, aterrizaje, gracias por volar con nosotros, bájese a la verga.

Se supone que no les debería decir, pero hoy a las ocho de la mañana, llegaron dos personas de la Agencia Federal de Investigación (AFI) a mi casa. Se portaron terriblemente amables y me pidieron que los acompañara a las oficinas de la Agencia, frente al Aeropuerto de Hermosillo para hacerme unas preguntas conscernientes al vuelo en el que estuve ayer. Ignorando mi desprecio por las autoridades, decidí ayudarlos en lo que me fuese posible y los acompañé.

Llegamos a la AFI y me pidieron que tomara asiento en una sala de espera, donde pude reconocer a algunas personas que también bajaron del avión en Hermosillo.

Se supone que no les debería decir, me informaron lo siguiente: el vuelo de Líneas Aereas Azteca en el que yo estuve ayer, desapareció 25 minutos despues de haber despegado de la ciudad de Hermosillo, con rumbo a Chihuahua. El avión despegó de la ciudad sin problemas, estuvo en constante comunicación y no reportó ni un solo problema. A los veinticinco minutos, el avión desapareció. No hubo comunicación. Nunca llegó a la ciudad de Chihuahua. Las autoridades decidieron no alarmar a nadie y al no tener explicación alguna decidieron, por el momento, encubrir todo este embrollo.

Se supone que no les debería decir, pero me pasaron a un cuarto con una mesa, cuatro sillas, una grabadora y sin ventanas, me cuestionaron sobre si había visto a alguien extraño o muy nervioso dentro del avión. Que si había visto equipaje, mochilas o cualquier cosa sospechosa abandonada en algún asiento. Me preguntaron por gente de diferente nacionalidad, sobre gente que se viera no-muy mexicana, sobre gente con turbantes, sobre gente sudando a cántaros. Despues me preguntaron sobre mis inclinaciones políticas, me preguntaron que pensaba de Fox, de Bush y cual era mi opinión del EZLN. Al parecer algunas de las personas cuestionadas, mencionaron haber visto a alguien con una camiseta del EZLN abordo del avión, la camiseta que me trajo mi madre de Chiapas y la cual usé en dicho vuelo.

Se supone que no les debería de decir, pero despues de unas preguntas, me dijeron que estan sobrevolando una y otra vez el area donde desapareció el avión desde el día de ayer, y no encuentran absolutamente nada.

Me agradecieron toda mi cooperación y me dijeron que si necesitaban hablar conmigo, que me contactarían de nuevo. Les ofrecí mi número de celular por si necesitaban encontrarme, pero ellos ya lo tenían junto con el de mi casa y el de la oficina. Me advirtieron que no podía hablar de nadie con esto, debido a que era cuestión de seguridad nacional. Que le informara a mis padres y personas que me preguntaran como me había ido, que todo eso había sido para ver si podía identificar a un narcotraficante buscado que, al parecer, había estado en ese vuelo. Me dijeron que no vería nada de esto en las noticias, por lo mismo: seguridad nacional.

Me gustaría contarles mas detalladamente todo lo que pasó en esas dos horas que estuve en la AFI, contarles a fondo sobre mi vuelo y sobre las cosas que vi, las cuales pueden o no ser trascendentes para la resolución de esta situación, pero se supone que no les debería decir.