El Bucanero

"Oye guey, este tipo esta muy loco, así que cuidado" me dijo aunque no tenía que advertirme. Los dealers siempre estan bien locos, siempre son celebridades, tienen rasgos muy distintivos, sobresalen en la multitud. Además, la naturaleza ilegal de la compra ya es advertencia suficiente.

Vamos en una calle muy transitada de la ciudad, doblamos en una esquina y en cuestión de 5 segundos parece que estamos en algun barrio culero de la Ciudad de México. No hay pavimento, hay gente semidesnuda regando sus jardines y automóviles que hace años perdieron cualquier esperanza de movimiento.

"Mas vale que salgan muy buenos esos special brownies" digo con cierto malviaje en mi voz. No me agrada estar aquí.

Estaciona el carro en una esquina, y caminamos un poco. Nos metemos por un callejón que termina en un cerco.

"Mira guey, no le gritas nunca, no le chiflas, no la haces de pedo. Solo tocas el cerco, lo mueves unas cuantas veces -sin violencia- y el va a venir hacia ti" me dice con el tono que un padre usa para enseñarle a batear a su hijo.

El tipo se acerca y gruñe unas cuantas veces. No entiendo lo que dice. Trae lentes obscuros, pero se puede ver que no tiene un ojo. Tiene una pata de palo. Una pinche pata de palo. Todo un bucanero.

"¿Tienes?" pregunta mi camarada.

"Simón" le contesta.

"Voy a querer 100" le dice.

"No" le contesta de la manera mas seca posible.

"Bueno, dame tres 20s, es para cocinar" le pide.

"No".

Mi camarada se queda en silencio.

"Te vendo dos 20s".

"Vale".

Yo no puedo dejar de pensar que este tipo se acaba de bajar del Perlanegra para vender drogas. Acaba de violarse alguna damisela o saquear alguna aldea en el caribe.

"¿Y el perico?" le pregunto por su mascota, burlándome.

"Yo no vendo".