Cold Turkey

"Marco, por favor armas la mesita para comptuadora que compré. Te la dejé en el sillón de mi oficina" me dice mi padre.

Llego a la (próxima) escena del crimen.

Destruyo la caja, arranco los pedazos de plástico cortándome las manos con las grapas de cobre. Sigo destruyendo y rompiendo, hasta que llega la hora de construir y armar.

No puedo. No hay creatividad en mi. No hay orden dentro de mi. ¿Como esperan que ordene todas estas pinches piezas y las arme si no puedo ni siquiera dejar de sudar?

"¡No putos mames!" grito, solo en la oficina.

El abanico paga todas las consecuencias. Lo hago mierda, me corto con las aspas que estaban dando vueltas (ni me molesté en apagarlo antes de destruirlo). No se si quiero destruirlo o quiero destruirme.

No puedo dejar de sudar. Me siento mal. Estoy de mal humor. Muy mal humor. Nada de pot para mi. Aguántese como los hombrecitos.

Voy a seguir con mi camino de destruccion.