Chicky

Son las cinco de la tarde y no he probado bocado.

Ninguna neurona hizo su trabajo cuando decidí entrar a KFC. Fucking KFC.

El hambre no me dejó salir de la fila para ordenar una hamburguesa de algo que cuando vivo, supuestamente era un pollo.

Ya sentado con mi vaso de RBD y mis papas, mirando por la ventana el monumento a los niños heroes, sentí que alguien me observaba.

Era un pinche mural sin color por estar en contacto directo con el sol: unos niños con caras muertas y sonrisas vacías jugaban con un pinche pollo del tamaño de un adulto con zapatos de payaso. Viste los colores de la empresa, en una mano lleva una caja con pollo, con la otra abraza a un niño muy al estilo Michael Jackson.

¿Que chingados les pasa?

¿Un pinche child molesting pollo que es canibal?

Vayanse a la verga.

La maldad del lugar empezó a golpearme. El olor. La gente. La gente comiendo.

Quise vomitar mi hamburguesa.

Casi corrí hacia afuera del lugar.

"No te dejes, cabrón" le dije al tipo de uno sesenta con gorra de KFC que casi tumbo al salir.