La chica culera

Eran las cuatro de la mañana y conducía el carro por el periférico, pero fui atacado por un apetito feroz que hizo rugir mis tripas como imagino rugen las de un niño de Ruanda al que se le antoja un Mamut...o un pedazo de pan...o algo comestible y sin moscas.

Pasé por el drive-thru, y como todos recordaran por experiencia propia, la gente que trabaja a esas horas de la madrugada, tiene problemas para escuchar, para hablar y para ubicarse en la tienda dentro de la que trabajan todos los días. Todo se complica cuando uno pide algo que no sean Tostitos, soda o cigarros.

Ante tal tardanza, mi pícara y curiosa mirada se fue hacia la derecha, donde pude ver a la chica que de ahora en adelante llamaré "la chica culera", en el estacionamiento de Burger King.

La chica culera anda de novia con un individuo que conozco. La chica culera siempre se mete tempranito porque la regañan en su casa: "Las señoritas no tienen nada que hacer en la calle despues de media noche" solía decir su señora madre en alguna de las ocasiones que me tocó pasar por ella. Tampoco ingiere bebidas alcoholicas (dios guarde la hora, drogas) y no dice palabrotas como mierda, puto o pendejo. Se ofende si alguien dice VERGA frente a ella, porque como todos sabemos, a las señoritas no les gusta la VERGA.

Estoy seguro que era ella, traía una blusa que ya le he visto en otras ocasiones, y aunque les parezca salido de una obra de ficción, oh queridos lectores, yo andaba sobrio a esas horas, por lo que estoy seguro de lo que mis ojos vieron y que en este relato les cuento.

Las manos del chico que abrazaban a la chica culera acababan de soltar su espalda baja para afianzarse, no se fuera a caer, en ambas nalgas de la señorita. Con la habilidad de un panadero de la región entre el Sena y el Loira, este muchachito empezó a amasar a diestra y siniestra. Oh, que espectaculo era aquel, mis incrédulos ojos viendo a la chica culera con un panadero que, como ya se imaginarán, no era su novio.

"Esto no puede ser posible, ella no puede ser ella" me dije para tratar de calmarme. Pinché mis cachetes y me tomé el pulso, para asegurarme que no estaba dormido. Bueno, nomas me pinché los cachetes porque no se tomar el pulso.

Despues de pagarle el importe del Mamut al aparentemente drogado jovenzuelo, avancé lentamente en el carro, el cual en ningun momento pareció perturbarles. Imagínense cual fue mi sopresa, al observar que la señorita, la que se ofende con las palabrotas, sobre todo con la palabra verga, tenía su mano derecha en el instrumento con el que tan terrible palabra esta asociada. La sacudía debajo del pantalón todavía abrochado del que no era su novio.

Mi mente se fue a muchos lugares como: ¿Por que no se quedaron dentro de su automovil? ¿Por que en el estacionamiento de Burger King, frente al drive-thru del Extra? ¿Por que no he abierto este delicioso Mamut?

Prudente que soy, decidí no detenerme a esclarecer mis dudas y seguir mi camino, no sin antes gritar el nombre de la chica culera, seguido de un "adios". Disfruté su cara de desorientación en el retrovisor, cuando pudo ver mi automovil alejándose.

Estoy seguro de que a partir de esa noche, ella ha revisado religiosamente este blog, esperando encontrarse en mis palabras, y esta noche, oh mis apreciados lectores, ella se encontrará.