Sadomasopizza

Acababa de comprarme dos rebanadas de pizza italiana en Costco. Venían en el asiento del copiloto. Soltaban sus aromas y me traían babeando como un perro.

Haciendo alto en la Olivares, me rendí ante los encantos de la orgía de queso, pimiento, peperoni y champiñones que apenas cubría un pedazo de papel aluminio y le dí la primer mordida.

Mis sentidos fueron invadidos por tanto placer, que pude ignorar las quemaduras ocasionadas en mi lengua.

Llegué a casa y por la prisa de comer mas, bajé torpemente del carro. Mi pie izquierdo no alcanzó a dar bien el paso. La caída era inminente. Podía frenarla con mis manos y abandonar la pizza a una caída de un metro hacia un suelo muy sucio, o recibir el golpe y que el delicioso sabor me hiciera olvidar todos mis problemas.