Puñetas en Público

Masturbándose en público desde junio del 2004.

viernes, julio 01, 2005

Chero Empericado

Ya eran casi las dos, así que nos retiramos de casa del Mini, en el estado que normalmente se esperaría estuvieran dos malvivientes al retirarse de casa del Mini a las dos de la mañana.

Con solo una caguama llena en nuestra hielera, salimos a buscar algo de comer, pero ante las pocas y malsanas opciones, decidimos llegar a un Extra por alguna pendejada.

María Eugenia (el Mostro) se encontraba en un estado caótico para andar conduciendo, pero debido a que el suplente era yo (que traía un ojito cuichi), nos resignamos a que ella manejara. Recuerdo sus dulces palabras para decirme que no creía que yo andaba en buen estado:

"Estas PEN-DE-JO si crees que vas a manejar".

Comíamos de la clase de víveres que dos borrachitos comen a las 2 de la mañana y el Mostro manejaba sin rumbo. Dió una vuelta en la Olivares y luego dobló en la primer calle hacia la izquierda, siguiendo a dos Pick-ups, placosos como solo dos pick-ups de someone-who's-up-to-no-good conduciría. Ellos hicieron alto en la primera calle, los pasamos y doblamos hacia la derecha, donde hicimos alto para que su servidor hiciera lo que cualquier borrachito haría a las dos de la mañana en una calle con poca iluminación.

Al terminar de soltar el Golden Shower, los dos pick-ups nos rebasan y se detienen unos 20 metros frente a nosotros.

"Guey, eso esta bien placoso, vamonos a la verga" le dije.

Un cherito gordito, de 1.70 de estatura, pantalón negro y camisa blanca con rayas azules fajada empezó a caminar hacia nosotros, como solo un chero encabronado camina a las dos de la mañana.

"Guey, vámonos a la verga" le repetí a Maru mientras ella prendía el carro por segunda vez, estímulo que el carro recibió con un quejido.

"¡A la verga, ahí viene!" dijo mientras aceleraba.

El güey alcanzó a llegar a la ventanilla del Mostro y le tiró un puñetazo al cristal, pero alcanzamos a huir.

"A la verga güey, ¿que pedo con ese tipo?" dije asustado.

"No se güey, pero ahí viene atras" dijo, mientras ví atras el Cheyenne de chero encabronado que venía tras nosotros.

La conductora empezó a decir que no me preocupara, que sus habilidades en una persecución eran sin igual, mientras manejaba a toda velocidad. En realidad no me hubiera preocupado si el cabrón no nos hubiera dado alcance en 1 minuto.

Al ver que no ibamos a poder huir, hicimos alto en el siguiente semáforo en rojo, en el cruce de Olivares y Navarrete, donde el tipo se nos emparejó a mi ventana de pasajero.

El tipo sacó la cabeza y se puso a ver hacia adentro del carro. Tenía los ojos muy chiquitos y rojos, llenos de furia, no era capaz de controlar su quijada y en una o dos ocasiones trató de decir algo, pero solo salieron gemidos de su boca.

"Güey, calmado, no queremos pedos" le dije al bajar mi ventanilla.

El chero señaló a la conductora y me señaló a mi. Puso una cara de apenado o asustado, y dió vuelta para otro lado.

Nosotros seguimos manejando sin rumbo.

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