Puñetas en Público

Masturbándose en público desde junio del 2004.

martes, julio 27, 2004

Cooperación

If there's one thing you can say about mankind: there's nothing kind about man.

-Tom Waits

Estaba parado afuera de la Secretaría de Realciones Exteriores, hacía un calor de la chingada, mi camisa estaba pegada a mi cuerpo de tanto sudor y mi desodorante estaba fallando.

Un compita, unos 50 años, con ojos de que había probado todas las drogas existentes hacía tan solo unos minutos, empezó a caminar hacia mi. Obviamente no se había bañado en algunos días y si no le creías, tenía el olor y aspecto para demostrarlo.

Se paró frente a mi, y como una novia ofreciendo su ramo a la virgen, con las dos palmas abiertas me acercó una receta del seguro social.

"...o.s...b....s....medecina" me dijo, moviendo la boca mucho más de lo que necesitaba para bablucear.

"No traigo ni un quinto, jefe" le contesté al compita. "Andas hasta el culo, ¿no? Si te ve un chota así te la va a hacer de pedo, mejor ve a otro lado a pedir lana güey".

Movió su boca de nuevo, pero solo salían gemidos incomprensibles, estado en el que ya he visto a otras personas. "Andas atascado de píldoras", le dije, mientras le quité la receta de las manos. La receta estaba adornada por un sello de la secretaría de salud y le estaban dando diazepam. Mas fiesta para el fiestero.

"Estas pendejo si crees que te voy a dar un peso o dos para que te acompletes para ponerte mas pendejo" le dije mientras me fui encabronado al carro.

Suficiente tengo con los pendejos de alcance victoria y centros de rehabilitación parecidos: "Hola, soy un pinche cholo culero con apariencia de que ya te he asaltado una o dos veces, esta lagrima tatuada es de cuando mate a un cabrón, y tengo dos rosas en la espalda que son de dos morritas que me chingué. ¿Sabías que yo usaba drogas y ya no? DAME LANA DAME LANA DAME LANA".

Me subí al carro, que estaba en la quinta chingada, esta culero estacionarse en el centro de gobierno. Estaba ardiendo y dolía el solo estar sentado dentro de semejante armatoste de acero candente.

Avanzo y en la esquina me detiene un compita prieto, flaco, orejón y con bigote chocomilquero.

"Con lo que guste cooperar jefe" me dijo el idiota que estuvo -y lo digo con tono sarcástico- cuidando mi carro en una sombra a 20 metros mientras leía un libro vaquero.