Hit me baby one more time
Salí de la casa rumbo a mi cita con el JJ a.k.a. Rudo. Llegué quince minutos tarde y el dude ya había calentado. Vamos a sentirnos vivos.
Empezamos el primero de tres juegos de racquetball. Era la tercera vez que jugaba un partido en mi vida y la primera vez para el Rudo.
Los primeros dos partidos los gané con relativa facilidad, agarraba ventaja y el Rudo nunca me lograba alcanzar.
Para el tercer juego ya estabamos agotados. El Rudo me tomó la delantera por primera vez en el partido, y empecé a meterle todo lo que tenía al juego. Ni así lo podía rebasar.
El juego estaba once a tres, ventaja para el Rudo. Me apliqué y recorté la ventaja a dos puntos, ahí fue el high point de mi juego: corriendo torpemente y tropezandome, para terminar con un pelotazo a toda velocidad en mi cuello.
Tirado en el suelo, agotado, empapado de sudor, con un dolor punzante en el cuello y sin poder respirar bien, me acordé de mis ultimos dos posts en este blog y me di cuenta de lo maricón y llorón que puedo llegar a ser. De lo influenciable que soy. Me sentí feliz por el dolor casi insoportable de mi cuello.
Me paré inmediatamente, y terminé el juego -que por cierto perdí- con una sonrisa en la boca que todavía no puedo borrar.
Empezamos el primero de tres juegos de racquetball. Era la tercera vez que jugaba un partido en mi vida y la primera vez para el Rudo.
Los primeros dos partidos los gané con relativa facilidad, agarraba ventaja y el Rudo nunca me lograba alcanzar.
Para el tercer juego ya estabamos agotados. El Rudo me tomó la delantera por primera vez en el partido, y empecé a meterle todo lo que tenía al juego. Ni así lo podía rebasar.
El juego estaba once a tres, ventaja para el Rudo. Me apliqué y recorté la ventaja a dos puntos, ahí fue el high point de mi juego: corriendo torpemente y tropezandome, para terminar con un pelotazo a toda velocidad en mi cuello.
Tirado en el suelo, agotado, empapado de sudor, con un dolor punzante en el cuello y sin poder respirar bien, me acordé de mis ultimos dos posts en este blog y me di cuenta de lo maricón y llorón que puedo llegar a ser. De lo influenciable que soy. Me sentí feliz por el dolor casi insoportable de mi cuello.
Me paré inmediatamente, y terminé el juego -que por cierto perdí- con una sonrisa en la boca que todavía no puedo borrar.
4 Comments:
At 8:55 p.m., noviembre 19, 2004, Anónimo said…
que chingon es, que aun con lo jodido que uno se siente por dias y dias
y que aunque las pelotas te peguen en el cuello, todavia se puede sonreir, y
que solo con hacer eso, el corazón se siente mejor.
Yo me siento mejor al saber que hoy sonreiste porque en la manana me dijiste que andabas de genio.
Date mono! jeje
((*
At 1:04 a.m., noviembre 20, 2004, Yili said…
Yo quiero jugar raquet o alguna otra cosa q tmb me deje una sonrisa imborrable en la boca..
At 8:48 a.m., noviembre 20, 2004, Anónimo said…
No te preocupes... no eres tú lo que te dicta sentirte de x o tal forma; son tus hormonas. Ellas son las que nos mueven jejejee
At 2:12 p.m., noviembre 23, 2004, salaverga said…
Te entiendo perfectamente, yo una vez jugue futbol y estuvo de la verga
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