No te vayas cuyoncito
Salí de la casa y me detuvo un vecino.
"¡Quiobo Tulio!" me saludó.
"¿Que pedo, güey?"
"Nada, nada" me di cuenta de que si había algo. "Mataron a un cabrón aquí ensegüida".
Me caga cuando dicen "nada nada" o "cero" o "aquí nomas" para despues decirte algo muy importante como "me casé", "ya nació mi hijo" o "se me cayó un güebo".
Hacía dos días algún personaje europeo me preguntó por el crimen y todo eso que ve en la tele sobre México. Yo le dije que eso no pasaba aquí, que esas ondas de secuestros, asesinatos y pendejadas así nomas pasan en el DF. Le dispararon a este cabrón en la cabeza, frente a toda su familia, mientras comía en el Jo-Wah que esta a diez PUTOS metros de mi casa.
"Estan pasando un putero de judiciales güey, así que cuidado con las actividades ilegales que realices por los alrededores" me advirtió.
"Gracias por el tip" me despedí y caminé hacia el restaurante.
Me asomé por las ventanas y estos cabrones estaban trabajando como si nada hubiera pasado en el restaurante. Nunca he comido ahí y nunca pienso hacerlo. Me ha tocado ver la cocina por dentro. No gracias. Siempre he tenido la teoría de que importan el pollo y el puerco de Chernobyl, pero no lo he podido comprobar.
Me adentré en Prados del Centenario con intenciones de ir a la tocada de Lórica y Los Vulgares en La Galería. Pasé por el kinder en el que hace tantos años estuve y me entró un poco de cheap nostalgia así que me senté enfrente. Me acordé de mi bandita en aquellos tiempos. Me puse un poco nostálgico y me empezó a doler la mano. Putamadre nunca me había dolido tanto la mano.
Quité el alacrán y me vi la mano izquierda un poco mas grande que la mano derecha.
"Chale, que hueva un alacrán" me dije en voz alta y seguí mi camino.
Para cuando llegué a la calle reforma, me di cuenta de que no podía dejar de pensar en voz alta. No sentía ninguna de mis extremidades. Crucé la calle, y me fui por enmedio de los camellones del Blvd. Hidalgo, empapado de sudor, tal vez por la humedad, tal vez por el alacrán, pero me valió madres porque ya no sentía nada. Tenía la visión de tunel y no podía abrir bien los ojos. La garganta reseca, la boca peor. Me costaba trabajo mover la lengua.
"Tulio, Tulio ¿que ondas? Necesito que me prestes tus libros de, estos, de los, ehm, vampiros acá bien chidos, pero no quiero que sean de las películas" me dijo el Chuy apenas me vió.
"¿Ze gue gadagos habdas?" le dije y me seguí de frente.
Saludé a otras tres o cuatro personas sin ponerles atención, hasta que Cynthia me dijo donde podía encontrar al Cota.
Llegué con los malvivientes, me sentí en mi lugar.
"Ode güey, be bigó un adacdrán y daigo da dengua domida" me esforcé para decirle.
Seguimos cotorreandola ahi, hasta que nos enfadamos y nos fuimos a sentar enseguida de la entrada del café. Todos estaban pisteando pero yo no traía ganas.
Mi visión de tunel había empeorado, escuchaba todo como si todo estuviera en el cuarto de enseguida. Ya había dejado de sudar, pero mi cara era del color de un cadaver.
El cota movió la boca, me dijo algo, pero ya no podía entender y me pasó un bote. Estaba mas frío que el culo de un pingüino. Estaba cerrado. Con mis ultimos vestigios de fuerza, tardé un minuto en abrirlo y le di un trago. Y le di otro trago, y otro, y otro y otro. Cierro los ojos.
Estoy en un hospital, creo que es el CIMA, me estan poniendo suero. Estoy en un hospital pero no es el CIMA. Estoy en algo que parece ser un anfiteatro, encamillado, con el suero puesto, y el público grita: "Culón, culón, culón" y dos voces que se escuchan como el mini y el cota gritan al unísono "Cuyoncitooooo".
Abro los ojos. No ha pasado nada de tiempo. Sigo sentado enseguida de La Galería. No me duele nada, no estoy sudando, no tengo la garganta reseca y mi visión esta perfecta. Mi mano esta intacta.
Que empiece la fiesta.
"¡Quiobo Tulio!" me saludó.
"¿Que pedo, güey?"
"Nada, nada" me di cuenta de que si había algo. "Mataron a un cabrón aquí ensegüida".
Me caga cuando dicen "nada nada" o "cero" o "aquí nomas" para despues decirte algo muy importante como "me casé", "ya nació mi hijo" o "se me cayó un güebo".
Hacía dos días algún personaje europeo me preguntó por el crimen y todo eso que ve en la tele sobre México. Yo le dije que eso no pasaba aquí, que esas ondas de secuestros, asesinatos y pendejadas así nomas pasan en el DF. Le dispararon a este cabrón en la cabeza, frente a toda su familia, mientras comía en el Jo-Wah que esta a diez PUTOS metros de mi casa.
"Estan pasando un putero de judiciales güey, así que cuidado con las actividades ilegales que realices por los alrededores" me advirtió.
"Gracias por el tip" me despedí y caminé hacia el restaurante.
Me asomé por las ventanas y estos cabrones estaban trabajando como si nada hubiera pasado en el restaurante. Nunca he comido ahí y nunca pienso hacerlo. Me ha tocado ver la cocina por dentro. No gracias. Siempre he tenido la teoría de que importan el pollo y el puerco de Chernobyl, pero no lo he podido comprobar.
Me adentré en Prados del Centenario con intenciones de ir a la tocada de Lórica y Los Vulgares en La Galería. Pasé por el kinder en el que hace tantos años estuve y me entró un poco de cheap nostalgia así que me senté enfrente. Me acordé de mi bandita en aquellos tiempos. Me puse un poco nostálgico y me empezó a doler la mano. Putamadre nunca me había dolido tanto la mano.
Quité el alacrán y me vi la mano izquierda un poco mas grande que la mano derecha.
"Chale, que hueva un alacrán" me dije en voz alta y seguí mi camino.
Para cuando llegué a la calle reforma, me di cuenta de que no podía dejar de pensar en voz alta. No sentía ninguna de mis extremidades. Crucé la calle, y me fui por enmedio de los camellones del Blvd. Hidalgo, empapado de sudor, tal vez por la humedad, tal vez por el alacrán, pero me valió madres porque ya no sentía nada. Tenía la visión de tunel y no podía abrir bien los ojos. La garganta reseca, la boca peor. Me costaba trabajo mover la lengua.
"Tulio, Tulio ¿que ondas? Necesito que me prestes tus libros de, estos, de los, ehm, vampiros acá bien chidos, pero no quiero que sean de las películas" me dijo el Chuy apenas me vió.
"¿Ze gue gadagos habdas?" le dije y me seguí de frente.
Saludé a otras tres o cuatro personas sin ponerles atención, hasta que Cynthia me dijo donde podía encontrar al Cota.
Llegué con los malvivientes, me sentí en mi lugar.
"Ode güey, be bigó un adacdrán y daigo da dengua domida" me esforcé para decirle.
Seguimos cotorreandola ahi, hasta que nos enfadamos y nos fuimos a sentar enseguida de la entrada del café. Todos estaban pisteando pero yo no traía ganas.
Mi visión de tunel había empeorado, escuchaba todo como si todo estuviera en el cuarto de enseguida. Ya había dejado de sudar, pero mi cara era del color de un cadaver.
El cota movió la boca, me dijo algo, pero ya no podía entender y me pasó un bote. Estaba mas frío que el culo de un pingüino. Estaba cerrado. Con mis ultimos vestigios de fuerza, tardé un minuto en abrirlo y le di un trago. Y le di otro trago, y otro, y otro y otro. Cierro los ojos.
Estoy en un hospital, creo que es el CIMA, me estan poniendo suero. Estoy en un hospital pero no es el CIMA. Estoy en algo que parece ser un anfiteatro, encamillado, con el suero puesto, y el público grita: "Culón, culón, culón" y dos voces que se escuchan como el mini y el cota gritan al unísono "Cuyoncitooooo".
Abro los ojos. No ha pasado nada de tiempo. Sigo sentado enseguida de La Galería. No me duele nada, no estoy sudando, no tengo la garganta reseca y mi visión esta perfecta. Mi mano esta intacta.
Que empiece la fiesta.
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